Guerra atómica prehistórica
Durante los años iniciales de la Primera Guerra Mundial, los oficiales nativos del Ejército británico de la India, a menudo contaban a sus colegas ingleses que muchas de las llamadas armas modernas ya eran conocidas y usadas en la India antigua. Esas alegaciones eran aceptadas por los oficiales británicos con divertida tolerancia, acompañada de la creencia de que semejantes afirmaciones resultaban imposibles y ridículas.
Sin embargo, algunas de esas “historias increíbles” también aparecían en relatos históricos por parte de autores no indios. Alejandro Magno recibió un desacostumbrado revés en una guerra contra Poro, un rajá indio, que según los registros griegos, empleó bombas explosivas lanzadas por unas tropas especiales de artillería. Los griegos (y especialmente sus caballos) quedaron considerablemente afectados por este fenómeno, que ocurrió hace más de 2.200 años, de que los explosivos de combate se inventasen «oficialmente».
Los libros indios antiguos, como el Mahabharata y el Ramayana, ambos con miles de años de antigüedad, incluyen descripciones detalladas de aviones con motores de mercurio, proyectiles que esparcían aire envenenado entre las filas del enemigo y cohetes explosivos que seguían a los blancos humanos en movimiento (como los cohetes sensibles de hoy), aunque tuviesen que seguirlos «a través de los tres mundos». Además, una superbomba se empleó para barrer a los ejércitos enemigos. Se le llamó «rayo de hierro», descrito de manera increíble como de un tamaño aproximado al de Little Boy, que fue el nombre de la primera bomba atómica empleada en el combate moderno. El Rayo de Hierro originaba, cuando estallaba, grandes nubes que se formaban en el cielo, que eran parecidos a gigantescos parasoles abiertos, que pueden compararse con nuestras descripciones de nubes semejantes a setas.
El Mahabharata, que no fue traducido al inglés hasta mediados del siglo XIX, fue considerado por los lectores occidentales como sólo una interesante obra religiosa y literaria. No fue hasta el año 1945, en el terreno de pruebas de White Sands, en Nuevo México, que el Mahabharata fue citado en el contexto de la ciencia por un científico moderno.
Cuando se produjo la primera explosión nuclear, J. Robert Oppenheimer, en el mismo momento en que ascendía la nube en forma de seta, empleó una cita del Mahabharata para describir sus sentimientos:
Me he convertido en Muerte, la destructora de mundos. «
El Mausala Parva, una sección del Mahabharata, tuvo más que decir acerca de los efectos del Rayo de Hierro, una reminiscencia peculiar del efecto de las bombas nucleares:
…era un arma desconocida, un rayo de hierro, un gigantesco mensajero de muerte que redujo a cenizas a toda la raza de los Vrishnis y los Andhakas.
…Los cadáveres quedaron tan abrasados que resultaban irreconocibles.
Se les cayó el pelo y las uñas…
Los cacharros de barro se rompieron sin causa aparente y los pájaros se volvieron blancos.
Al cabo de unas horas, se infectaron todos los alimentos. Para escapar a este fuego, los soldados se arrojaron a los torrentes para limpiarse a sí mismos y a su equipo. «
Se han encontrado grandes áreas de vidrio verde fundido y ciudades vitrificadas en profundos estratos de zonas de excavaciones arqueológicas en Pierrelatte, en Gabón, África; el Valle del Éufrates; el desierto del Sahara; el desierto de Gobi; Irak; el desierto de Mojave; Escocia; los reinos Antiguo y Medio de Egipto; y Turquía. En los tiempos contemporáneos, material tal como el vidrio verde fundido sólo ha sido hallado en los sitios de pruebas nucleares (donde la arena se hubo fundido para formar la substancia). Es bastante perturbador para algunos considerar posible que estos sitios proporcionen evidencia de una guerra nuclear prehistórica. Al mismo tiempo, los científicos han encontrado varios depósitos de uranio que parecen haber sido explotados o agotados en la antigüedad.
Si es posible que la aniquilación nuclear de una civilización global tuviera lugar en tiempos prehistóricos, parece más urgente saber quiénes somos realmente, antes de que nos encontremos condenados a repetir las lecciones dejadas por un mundo anterior al nuestro.
¿Fueron estos extraños paralelismos de nuestra propia experiencia sólo un ejemplo de «ciencia ficción» antigua, o estos relatos trataban de acontecimientos reales que destruyeron una civilización miles de años antes de que se desarrollase la nuestra?